En El libro de la Selva, Rudyard Kipling recoge, en su primera versión de 1894, un conjunto de siete relatos de los cuales los tres primeros tienen como protagonista a Mowgli, un niño, que raptado del poblado de los humanos por Shere Khan, un tigre resentido y malvado, es rescatado por una manada de lobos amistosos junto a cuyos cachorros crece y con quienes comparte aventuras en las colinas de Seeonee protegido por sus amigos Baloo, el oso; Bagheera, la pantera negra; y Kaa, la serpiente. Ellos representan la amistad y los valores positivos, mientras que se repartirán el papel de antagonistas malvados, tanto el tigre Shere Khan, como los Bandar-log, el Pueblo de los Monos.

Los otros cuatro relatos presentan distintos escenarios y personajes: Kótick, una foca blanca del mar de Behring que busca un lugar seguro donde llevar a sus congéneres para que estén a salvo de la caza del hombre. Rikki-tikki-tavi, una mangosta que decide quedarse a vivir con una familia humana. Toomai, el muchacho que guía al elefante Kala Nag y que sueña con ser algún día un gran cazador y domador de elefantes; y, por último, Billy, un simpático mulo de carga que sirve al ejército inglés y vive en un campamento en compañía de elefantes, camellos, bueyes y caballos con los que pasa una noche conversando antes del gran desfile militar que tendrá lugar ante el Virrey de la India.

En todas estas historias está siempre muy presente la naturaleza, un mundo dominado por el orden, muy jerarquizado, donde cada uno tiene una misión que cumplir y la obligación de respetar unas reglas necesarias para la supervivencia. La Selva, metáfora del mundo y de la sociedad humana, tiene un conjunto de reglas, la Ley de la Selva, que es preciso conocer y respetar.