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Historia de la civilización y de las culturas de occidente

Cuántas veces, leyendo o viendo un programa cultural en un medio de comunicación o en libro, nos hemos preguntado cómo, dónde, cuándo y por qué sucedió lo que aquí se presenta. Más aún, qué consecuencias han tenido y tienen en nuestros días acontecimientos acaecidos hace muchos años. Este libro está escrito para que los estudiantes puedan dar una respuesta a muchos de estos interrogantes.

En él se habla de la cultura. Definimos la cultura como el alma y las manos de un pueblo; es decir, el conjunto de formas de sentir, pensar, obrar y asignar significados comunes, de manera más o menos formalizada que, aprendidas y compartidas por un grupo de personas, sirven para hacer de ese grupo una colectividad diferente. La civilización abarca aspectos de la cultura más racionales y trascendentes. Una civilización puede englobar muchas culturas. Contamos, al menos, con tres macro-civilizaciones en la Historia de la humanidad:

  • La civilización del trigo, el vino y el aceite, o civilización occidental.
  • La civilización del arroz, o civilización oriental.
  • La civilización del maíz y la papa, o civilización americana precolombina.

El estudio de la cultura nos ayuda comprender nuestra civilización y a vivir en ella. Si ésta fuese una persona, se llamaría Cultura. La cultura nos permite mantener una conversación con personas cultivadas sin producirles una impresión desagradable. Un hombre culto no puede afirmar que “Confucio era un chino japonés que sembró la confusión…” Si Ud. pregunta en una reunión: ¿Van Gogh? ¿No es el delantero centro de la selección holandesa de fútbol? Si sus contertulios se dan cuenta de que Ud. habla en serio quedarán desconcertados… Cualquier respuesta que le den será un insulto para Ud. La cultura personal se compone, también, de conocimientos por los que no se puede preguntar. La cultura nos pide poder vivir en el mundo globalizado de la Sociedad del Conocimiento y de la Información… Y más aún, como dijo el poeta cubano José Martí, “ser cultos es la única manera de ser libres”.

La Historia de la Civilización y Culturas de Occidente es como un gran relato, para evitar que se fragmente el conocimiento y se pierda de vista la totalidad. Es bueno narrar la peripecia humana desde hace seis mil años en Occidente en todas sus perspectivas, como desarrollo de todas las potencialidades del ser humano desde las pinturas rupestres hasta la fabricación de objetos voladores que nos permiten llegar a la Luna.

Hay que ser suficientemente claros para contar los hechos con la mayor objetividad y claridad, desentrañando la urdimbre profunda que se da entre todas las manifestaciones culturales a través de la Historia humana. Saber seguir el hilo conductor de los acontecimientos, ideas, manifestaciones artísticas, conflictos sociales y descubrir que la humanidad va creciendo de forma progresiva a través de los siglos, como en dientes de sierra, con sus éxitos y sus fracasos.

Para comprender la cultura hay que comprender la sociedad en sus diversas épocas; la Historia es la “maestra de la vida” y la forma de comprender la vida es estudiar la Historia y el desarrollo cultural de los hombres a través de los siglos. La cultura es una forma de comprenderse a sí mismo, su identidad, las emociones, su rol en la vida, sus sentimientos y emociones, conciencia, inconsciente, represiones, ideas, creatividad, etc. Comprenderse a sí mismo es conocer también las historias y biografías de quienes nos han precedido y han sido modelos de transformación, afrontando crisis, transformaciones, aceptando fracasos, superando dificultades.

Una persona culta debe saber que la realidad personal se construye en un entorno social, que incluye posibilidades de desarrollo, de comunicación, de recepción de estímulos del exterior en función de la edad, la clase social y la cultura que le vio nacer. Aparte de nuestro cuerpo el principal instrumento de comunicación es el lenguaje. Conocer y saber emplear correctamente el lenguaje y sus múltiples formas de expresión resulta ser una condición indispensable ara comprender a nuestros congéneres y para acceder a la cultura que compartimos con ellos.

En definitiva la cultura es la forma en que espíritu, carne y civilización se convierten en persona y se reflejan en el espejo que son los demás seres humanos. Max Scheler afirma que “mirando el concepto de cultura de abajo hacia arriba, cultura es la tendencia del hombre a humanizarse, es decir, la tendencia a dejar su naturaleza infrahumana para subir hasta el plano insigne de la humanización”. Para Scheler “cultura es sinónimo de humanización”. Visto el concepto de arriba hacia abajo, la cultura está definida por la tendencia a la “auto-deificación” que tiene el hombre durante su vida. Es la tendencia de ascender el espíritu humano hacia la divinidad.

Mediante la cultura aumenta la capacidad para pensar, intuir, valorar, etc. Por eso se constatan cambios importantes en la Historia de la humanidad. Max Sheler señala algunos cambios positivos:

  • Paso de la mentalidad primitiva a la etapa civilizada.
  • Desarrollo del sentido crítico y apreciación de los valores humanos.
  • Aprecio y valoración de lo estético.
  • Nueva concepción del mundo.
  • Progreso en la organización social, desde la agrupación fundadas en vínculos de sangre y totems hasta la organización jurídica del Estado moderno.

A Homero se le considera el padre de la narrativa; a Herodoto el padre de la Historia; a Platón y Aristóteles, la cumbre de la filosofía; Pitágoras y Euclides inician la geometría; la geografía de Tolomeo hizo posible los descubrimientos de Colón; las aportaciones de Arquímedes están en el origen de la física; las tragedias griegas de Sófocles y demás dramaturgos griegos siguen representándose en el teatro,… Los mitos de la antigüedad clásica nos proporcionan valor explicativo a algunas de nuestras grandes preguntas de hoy. Todos estas ideas y personajes tienen en común que eran griegos. Con su saber sentaron las bases del conocimiento y la cultura occidental. La filosofía desarrollada después de los presocráticos y clásicos griegos no es más que una nota a pie de página de ese monumento a la racionalidad que es la filosofía griega de los siglos anteriores a nuestra era. A partir de ese momento “todos los occidentales somos griegos”, ha dicho un estudioso de la cultura griega.

La cultura romana es deudora en gran parte de la griega, pero el pueblo romano supo hacerla práctica en el gobierno y la organización de un Imperio que duró mil años. El legado romano en la organización política y el gobierno de extensos territorios, así como el Derecho romano, han orientado a muchos pueblos y culturas que le han sucedido. “Cuando uno deja la historia del Imperio romano para adentrarse en la de los pueblos que le sucedieron en Occidente, se asemeja a un viajero que, saliendo de una ciudad espléndida, se adentrase en un paraje desértico e inhóspito… En lugar de las sabias leyes que gobernaban la mitad de nuestro hemisferio no se encuentran más que costumbres salvajes (…) Europa entera se debate en este envilecimiento hasta el siglo XVI…”. (Voltaire, Sobre el tratado y el espíritu de las naciones, 1756)

Llega el Renacimiento con su redescubrimiento de las culturas griega y romana; el hombre volvió del más allá y descubrió el paraíso de este mundo; un paraíso lleno de formas y colores nuevos, en el que prevalecía el gusto por la vida, la luz y la belleza del cuerpo humano. Estamos en el siglo XVII con sus descubrimientos, el racionalismo, empirismo y el absolutismo de los monarcas europeos – “l’État c’est moi”, de Luis XIV, rey de Francia — hasta bien entrado el siglo XVIII, todo ello adornado con la exuberancia y teatralidad del barroco y un poco más tarde del rococó.

Con la aplicación del método científico y el florecimiento de la ciencia el mundo se conoce y concibe de otra manera; se conocen mejor los continentes descubiertos, se descubren nuevas islas y mares, el firmamento se dilata y el mundo de lo pequeño se hace accesible a través de instrumentos se hace visible al ojo humano. Gracias al reloj de precisión, que cabe en un bolsillo, el mundo pudo sincronizarse. Los alquimistas y charlatanes son desplazados por el estudio científico de la química; con la teoría de la gravitación universal Isaac Newton coloca al hombre en el lugar que le corresponde en el universo. El cosmos y el mundo son concebidos como un reloj que funciona automáticamente. El Dios creador es devuelto al comienzo del universo, pues este mundo, como dice Leibniz, es el mejor de todos los mundos posibles y las intervenciones de Dios sólo pueden ser una molestia.

El mundo sale de la oscuridad por obra de les philosophes; se elabora la Encyclopédie, como una historia para la memoria, una ciencia para la filosofía, una teología para la razón, una literatura para la imaginación. La Enciclopedia es un monumento de la Ilustración que contribuyó a erradicar el viejo orden y a preparar la revolución. Su objetivo era sustituir a la religión por la ciencia y a la fe por la razón. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo fueron sustituidos por la nueva “Trinidad”: liberté, égalité, fraternité y la diosa “razón”. El concepto de naturaleza se hace la idea rectora; a través de ella se llega a una religión natural, a una filosofía natural, a una ética natural y a una psicología natural. Los derechos y libertades del hombre son reconocidos, al menos en teoría, — Declaración de los derechos del hombre — el nuevo espacio se ilumina por la antorcha de la razón, los sonámbulos se despiertan del sueño en que estaba sumido su espíritu, el gallo canta, es de día; surge la Ilustración: “Sapere aude” dirá E. Kant. Estamos en la plena modernidad.

Con el siglo XIX llega el Romanticismo, que es una explosión del sentimiento, la fantasía y la imaginación frente al predominio de la razón en siglos anteriores; es la exaltación de la individualidad y libertad del genio creador. “Siente antes de pensar” podría ser el nuevo lema de los románticos. El positivismo y naturalismo que le siguieron nos condujeron a todos los “ismos del siglo XX”, fecundos en creatividad, pero de difícil comprensión y asimilación por el ciudadano de a pie. Pero no importa, “la esencia del arte no es que sea comprendido, sino que permite al artista expresarse…” (Pablo Picasso).

Karfunkel y su esposa visitan una exposición de arte moderno. Se detienen ante una pintura de Picasso.
– Es un retrato, afirma Karfunkel.
– No digas tonterías, replica su esposa, es un paisaje.
– No; fíjate: es un retrato, insiste el marido.
– Es un paisaje, responde la esposa.
Discuten durante un tiempo; no llegan a ponerse de acuerdo y finalmente deciden comprar un catálogo. El catálogo dice: “Almendro en la Rivera”.
– ¿Lo ves?, dice Karfunkel. “Es un retrato”.
(Tomado de La Cultura, de D. Schwanitz)

¡Estamos en el siglo XXI… y entramos en la post-modernidad…!

Marino Latorre

Marino Latorre

Director de la Escuela de PostGrado de la Universidad Marcelino Champagnat. Licenciado en Ciencias con especialidad en Químicas por la Universidad de Valencia. Realizó sus estudios de doctorado en la Universidad de Alicante (España). Es Doctor en Educación, mención Psicopedagogía, por la Universidad Marcelino Champagnat de Lima.

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